El arte y la pintura románica surgieron en el siglo X y se mantuvieron hasta el nacimiento del estilo gótico, aproximadamente, en el siglo XIII.
Fueron los historiadores del siglo XIX, los que acuñaron por primera vez el término “románico”.
Lo utilizaron para referirse específicamente a la arquitectura de la época, que conservaba muchos rasgos básicos del estilo arquitectónico romano (en particular los arcos semicirculares) pero conservaba características regionales distintivas y propias.
Durante todo el periodo románico, el arte de la pintura estuvo en gran parte bajo el control del clero. Muchos de los artistas eran sacerdotes, y los que no lo eran estaban bajo la dirección de algún dignatario de la iglesia. Papas, obispos o abades, se convirtieron en los principales mecenas del arte, y sugerían a los pintores los temas a plasmar en los cuadros, que más tarde, adornarían los templos y edificios religiosos.
Los artistas románicos, a menudo, también estuvieron influenciados por la corte, aunque de un modo muy similar a la iglesia. El clero tenía una gran influencia en la nobleza, y aunque la pintura se utilizaba para servir al lujo de los soberanos y los nobles, éstos, a menudo emplearon artistas para decorar capillas y pintar retablos para iglesias.
El arte románico: Contexto histórico
El término “románico”, que significa “a la manera de los romanos”, fue acuñado por primera vez a principios del siglo XIX. La arquitectura románica se convirtió en el primer estilo que se extendió de forma distintiva por toda Europa.
A pesar de la idea errónea de que la arquitectura románica era una continuación de los estilos clásicos, tras la caída de Roma, las técnicas de construcción romanas se perdieron en la mayor parte de Europa. En los países del norte, el estilo y los métodos romanos sólo se adoptaron para los edificios oficiales, y en Escandinavia eran desconocidos.
Tan sólo un pequeño grupo de grandes Basílicas de la época de Constantino, que habían continuado en pie, se convirtieron en inspiración para las construcciones posteriores. Sin embargo, éstas no impulsaron construcciones como la Capilla Palatina del Emperador Carlomagno en Aquisgrán, Alemania, edificada alrededor del año 800 d.C., hija artística de la Basílica Bizantina Octogonal de San Vitale en Ravena, construida en el siglo VI.
Un nuevo imperio europeo
Carlomagno fue coronado por el Papa en la Basílica de San Pedro el día de Navidad del año 800 d.C., con el objetivo de restablecer el antiguo Imperio Romano. Una vez muerto, sus sucesores políticos siguieron gobernando en gran parte de Europa, lo que condujo al nacimiento gradual de los distintos estados políticos separados que finalmente se unieron a las distintas naciones por lealtad o por derrota.
Durante este proceso, el Reino de Alemania dio lugar al Sacro Imperio Romano Germánico. La invasión de Inglaterra por Guillermo Duque de Normandía, en 1066, vio la construcción de castillos e iglesias que reforzaron la presencia normanda.

Varias iglesias importantes construidas en esta época fueron fundadas por los gobernantes como sedes del poder temporal y religioso o como lugares de coronación y entierro. Las estructuras arquitectónicas que quedaban del Imperio Romano estaban en decadencia y gran parte de su tecnología se había perdido.
Al mismo tiempo, y aunque el estilo había evolucionado mucho desde la caída de Roma en el duradero Imperio Bizantino, la construcción de cúpulas de mampostería y el tallado de detalles arquitectónicos decorativos continuaron. Las iglesias con cúpulas de Constantinopla y Europa oriental influyeron considerablemente en la arquitectura de algunas ciudades Occidentales. Uno de los ejemplos más notables es la Basílica de San Marcos, en Venecia, pero hay muchos otros menos conocidos como la iglesia de Saint Front, Périgueux y la Catedral de Angoulême.
El feudalismo y la guerra
Durante el periodo Románico, Europa se vio afectada por el estilo de vida feudal, en el que los campesinos cultivaban las tierras de los nobles locales a cambio de servilismo e impuestos. Debido a esto, tenían el deber de seguir a su señor. Daba igual si era en disputas locales, o cruzando toda Europa para participar en las Cruzadas.
Las Cruzadas (1095-1270) provocaron una importante migración y la consiguiente difusión de ideas y técnicas comerciales, culturales y arquitectónicas. En particular, tomaron relevancia las técnicas para la construcción de fortificaciones y la metalurgia para el suministro de armas, técnicas que también se aplicaron al acondicionamiento y la decoración de edificios.
El desplazamiento continuo de personas, gobernantes, nobles, obispos, abades, artesanos y campesinos, fue el factor que impulsó la creación de métodos de construcción homogéneos y de un estilo románico reconocible, a pesar de las diferencias regionales.
La vida se hizo menos segura después del período carolingio, lo que dio lugar a la construcción de castillos en puntos estratégicos. Muchos se construyeron como bastiones de los normandos, descendientes de los vikingos que invadieron el norte de Francia en el año 911.
Las luchas políticas también dieron lugar a la fortificación de ciudades mediante la reconstrucción y el fortalecimiento de las murallas que quedaban del período romano.
Prosperidad creciente
Poco a poco, Europa se fue haciendo cada vez más próspera durante este período, y el arte de la más alta calidad ya no se limitó a la corte real y a un pequeño círculo de monasterios, como en los periodos carolingio y otoniano.
Aunque los monasterios siguieron siendo importantes (especialmente los de las nuevas órdenes cistercienses, cluniacenses y cartujanas), las iglesias de las ciudades, incluyendo las que estaban en las rutas de peregrinación y muchas de las pequeñas ciudades y pueblos, comenzaron a decorarse de forma elaborada. De hecho, existen mas muestras de arte románico en estas pequeñas iglesias y capillas que en las grandes catedrales, reconstruidas a lo largo de los siglos.
El artista laico, Nicolás de Verdún, se convirtió en una valiosa figura conocida en todo el continente. La mayoría de los albañiles y orfebres eran ahora profesionales laicos en lugar de clérigos monásticos, y los pintores laicos como el Maestro Hugo trabajaron, en su mayoría, al final del período románico.
La pintura románica
La pintura en el período románico tuvo un desarrollo notable, ya que el espacio vacío de las paredes de los edificios religiosos, así como en las páginas de los manuscritos, resultaba apropiado para la decoración pictórica. La pintura se convirtió así en un arte subordinado a otras disciplinas como la elaboración de manuscritos y la arquitectura.
La necesidad de conseguir un rápido impacto religioso en el espectador cuando este se aproximaba al interior de una capilla hizo del uso de la pintura un recurso valioso.
El arte Bizantino tuvo una notable influencia en la pintura románica, que se puede apreciar en la falta de perspectiva, colores planos, composición simétrica, rigidez de las figuras y la blancura y expresividad de los rostros, mostrando siempre sus ojos maravillados.
Otra característica de este estilo era una marcada frontalidad de las figuras que reforzaba la comunicación con el espectador.
Estilos de la pintura pre-románica
Frente a las grandes obras pictóricas en forma de mosaicos y frescos conservados de la tradición Paleocristiana y Bizantina, del estilo Pre-románico sólo conservamos la pintura en miniatura vinculada a la scriptoria de manuscritos en los monasterios.
Estilo de imitación bizantino o ítalo-bizantino
Fueron muchos los artistas bizantinos que llegaron a Italia huyendo de la persecución iconoclasta. Esta confluencia propició que se originara un estilo de pintura ítalo-bizantino que imitaba el estilo clásico y que en muchas ocasiones tenía las mismas virtudes y defectos.
De entre los mosaicos, pinturas, murales y cuadros con fondos de oro que hoy conservamos, merece la pena destacar las siguientes obras:
- Los mosaicos de la Basílica de Santa Inés Extramuros del s. VII d.C.
- Frescos de las criptas de San Cornelio y Santa Cecilia en las tumbas de san Calixto, de los siglos VI y VII
- Basílica de San Clemente de Letrán del siglo IX
- Los frescos de la Basílica de San Lorenzo de Extramuros.
Estilo Carolingio
Centrado en la pintura en miniatura, y desarrollado desde los últimos años del siglo VII hasta casi todo el siglo IX, fue un resultado de la combinación de elementos clásicos, bizantinos, sirios e irlandeses.

Se caracteriza por el uso de fondos en tonos púrpura y aplicaciones de oro y plata en los dibujos. Así como por la utilización de motivos arquitectónicos para decorar mediante la técnica de la aguada los libros y códices.
Estilo Otoniano
Nacido como una evolución del anterior, el estilo otoniano imitaba la traza de los modelos romanos y bizantinos. Entre las miniaturas de los Otones encontramos paisajes, motivos arquitectónicos y los retratos de emperadores.
Estilo Visigodo y Mozárabe
Desarrollado en la península ibérica, el estilo visigodo de pintura en miniatura tuvo que ser muy parecido a su continuación mozárabe tras la reconquista. Se caracterizaba por la utilización de colores muy vivos, sobre todo amarillos intensos, por su trazo infantil en las figuras humanas, las letras ornamentadas, la representación de animales fantásticos y el uso de figuras geométricas.
Se utilizaba la técnica de la aguada o acuarela, así como aplicaciones de oro y plata, sobre todo en las letras iniciales, para dar vida a las páginas de las Biblias, actas y crónicas.
Pintura Románica: Estilo y temas fundamentales
La pintura románica se caracterizó por un estilo vigoroso. En las iglesias, la pintura continuó siguiendo los modelos iconográficos bizantinos. El Cristo en Majestad, el Juicio Final y escenas de la Vida de Cristo permanecieron entre las representaciones más comunes.
En los manuscritos iluminados, los ejemplos más profusamente decorados de la época incluían biblias o salterios. A medida que se representaban nuevas escenas, se desarrollaba una mayor originalidad. Aunque han sobrevivido pocos ejemplos, la técnica del vitral se utilizó por primera vez en este periodo, los monjes usaron colores primarios intensamente saturados.
Las composiciones pictóricas generalmente tenían poca profundidad ya que se limitaban a los estrechos espacios de las iniciales historiadas de los manuscritos, los capiteles de las columnas y los tímpanos de las iglesias. La tensión entre un marco estrecho y una composición, que a veces se escapa de su espacio designado, es un tema recurrente en el arte románico.

Las figuras a menudo variaban en tamaño en relación a su importancia, y los fondos y paisajes eran inexistentes o más cercanos a decoraciones abstractas, que al realismo, como en los árboles de la “Hoja de Morgan”. Las formas humanas, centradas en detalles lineales con énfasis en los pliegues de la ropa, las cortinas y el cabello, a menudo se alargaban y contorsionaban para adaptarse a la forma proporcionada y a veces parecían estar flotando en el espacio.
- Podemos destacar las siguientes características principales en la pintura románica.
- Figuras con un escaso estudio de la naturaleza.
- Seriedad y uniformidad en la representación de los rostros humanos.
- Simetría en la plegadura de los paños.
- Actitud violenta de los personajes representados.
- Inexpresividad y rigidez hierática en las figuras.
- Contornos demasiado firmes y acentuados.
Todas estas características dotaban al conjunto representado de una falta de perspectiva notable.
Los pintores románicos utilizaron las técnicas del temple y el fresco para la creación de murales, el temple y la aguada en la pintura sobre tabla, y la aguada o acuarela para la iluminación de códices y manuscritos.
Otras manifestaciones del Arte Románico
Arquitectura
Combinando las características de los edificios romanos y bizantinos junto con otras tradiciones locales, la arquitectura románica se distinguió por su calidad masiva, sus muros gruesos, arcos de medio punto, muelles robustos, bóvedas de arista, grandes torres y arcadas decorativas.
Cada edificio tenía formas claramente definidas y un plano simétrico, lo que dio como resultado una apariencia mucho más simple que los edificios góticos que le siguieron. El estilo románico es fácilmente identificable en toda Europa, a pesar de las variaciones en las características y los materiales propios de cada región.
Escultura
La escultura también exhibía un estilo vigoroso, evidente en los capiteles tallados de las columnas, que a menudo representaban escenas completas compuestas por varias figuras. Los objetos preciosos esculpidos en metal, esmalte y marfil, como los relicarios, también tuvieron un alto estatus en este período.
Mientras que el gran crucifijo de madera y las estatuas de la Virgen entronizada eran innovaciones alemanas al principio del período, las tallas en alto relieve de elementos arquitectónicos fueron las más evocadoras de este estilo.
En una innovación significativa, los tímpanos de importantes portales de iglesias fueron tallados con esquemas monumentales, representando de nuevo a Cristo en Majestad o el Juicio Final, pero tratados con más libertad que en sus versiones pintadas. Estas esculturas de portales estaban destinadas tanto a intimidar como a educar al espectador.
El Arte Románico: Conceptos, estilos y características regionales
Como te contábamos un poco más arriba, el estilo románico fue la primera manifestación artística que se extendió por Europa tras la caída del Imperio Romano, y a menudo, tomó variaciones regionales, a veces específicas de un valle o pueblo en particular.
Los subestilos más notorios fueron el Arte Mosano, el Románico Normando y el Románico Italiano.
Arte Mosano o de Mosán, 1050-1232
El arte Mosano recibe su nombre del valle del río Mosa en Bélgica, donde el estilo se centró en la ciudad de Lieja y el monasterio benedictino de Stavelot. Debido a su ubicación, esta región tenía muchos vínculos políticos y económicos con Aquisgrán, y estuvo muy influenciada por el Renacimiento carolingio.
El estilo se hizo famoso por su lujoso y muy logrado trabajo del metal, empleando el oro y el esmalte tanto en la técnica cloisonné, como en el champlevé (técnicas que creaban paneles y depresiones en los metales que se rellenaban con incrustaciones y apliques de color)
Los orfebres más destacados fueron Godefroid de Claire (de Huy), Nicolás de Verdún y Hugo de Oignies. Cabe destacar como obras relevantes el Tríptico de Stavelot (1156-1158) de De Claire y el relicario de los Tres Reyes Magos de Nicolás de Verdún (1180-1225).
Los orfebres y metalúrgicos de Mosán fueron empleados en toda Europa por notables mecenas difundiendo la influencia del estilo Mosano.
Románico normando (siglos XI-XII)
Normandía, cuyo nombre deriva del latín Nortmanni y que significa “hombres del norte”, se convirtió en un territorio vikingo en el año 911, y los motivos decorativos abstractos de la arquitectura normanda reflejaban las características de su cultura.
Thomas Rickman, en su obra “An Attempt to Discriminate the Styles of English Architecture from the Conquest to the Reformation (1817)”, utilizó por primera vez el término “románico normando” para referirse a este estilo.
Desarrollado en Normandía, Francia e Inglaterra simultáneamente, el románico normando quedó reflejado en la construcción de catedrales e iglesias, así como también en castillos y torreones. Se caracterizó por el uso de muros macizos, pilares cilíndricos y compuestos, y el arco normando (empleado para hacer más grandiosos los arcos); que hicieron posible un techo más ancho y alto, reemplazando las estrechas limitaciones de las bóvedas de cañón anteriores.
Cabe destacar la Catedral de Durham (1093-1140) construida bajo el liderazgo de Guillermo de San Carilef. Que aunque fue rediseñada en estilo gótico, todavía mantiene algunos elementos normandos, como la nave de la iglesia.
Románico italiano
El románico italiano se caracterizó por un uso distintivo de fachadas, galerías, porches, salientes y campanarios.
Aunque se produjeron variaciones regionales, el estilo más importante fue el pisano, también llamado estilo toscano, o central, que favorecía los efectos decorativos clásicos y refinados y utilizaba fachadas de galerías y pórticos proyectados con bandas horizontales en mármol.
Los elementos decorativos incluían escenas de la vida cotidiana, escenas de caza y temas clásicos, y se empleaban frecuentemente puertas de bronce. La Piazza del Duomo, o Plaza de la Catedral, en Pisa, que incluía el Baptisterio (1153), la Catedral (1063-1092) y el Campanile (1172), constituyen el ejemplo más famoso de estilo románico italiano.
Arte Románico tardío y el surgimiento del estilo Gótico
El estilo románico continuó empleándose durante la mayor parte del siglo XII, excepto en los alrededores de París donde el estilo gótico comenzó en 1120. Posteriormente, a medida que se extendía el estilo gótico, el arte románico fue sustituido y las iglesias existentes fueron a menudo ampliadas y rediseñadas con nuevos elementos góticos, conservando sólo unos pocos rastros del estilo anterior.
Sin embargo, en las regiones más rurales, el estilo románico continuó hasta el siglo XIII. El diseño románico fue fundamental para el gótico, que continuó utilizando un plan cruciforme, una fachada occidental con dos torres y tímpanos tallados sobre los portales.
Referencias:
https://es.wikipedia.org/wiki/Arte_prerrom%C3%A1nico#Pintura_prerrom%C3%A1nica
https://es.wikipedia.org/wiki/Arte_rom%C3%A1nico
https://es.wikipedia.org/wiki/Pintura_rom%C3%A1nica
https://www.encicloarte.com/pintura-romanica/
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